Por: Héctor Alvarado
Al inicio de su mensaje en la plancha del Zócalo del Distrito Federal, el escritor Javier Sicilia exigió en las primeras proclamas del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Legalidad lo siguiente: âQuiero pedir la renuncia del Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, queremos un mensaje del Presidente diciendo que si nos oyóâ a lo que la multitud respondió unánime â¡Muera, muera!â, pero el poeta acotó a los manifestantes expresando: âQue no muera, que lo despidan. No más muertes, no más odios, pedimos la renuncia para evitar más muertesâ.
Con ese mensaje, parecía que el líder de los cientos de miles de manifestantes que marcharon más de 90 kilómetros desde la plazuela de la Paloma de la Paz hasta el Zócalo, le pintaba una salida política al Presidente de la República, Felipe Calderón, a quien se le ha incendiado la pradera. Considerando el clima de violencia que vive el país, las acusaciones de encubrimiento a narcotraficantes y de corrupción que pesan sobre García Luna, además de que el mandatario requiere dar un golpe de timón que le permita enfrentar el proceso electoral del próximo año con mayor credibilidad en su gobierno y la necesidad de reducir un poco el enorme desgaste que tiene, parecía lógico que en las siguientes horas anunciara el cese de uno de sus más cercanos colaboradores.
Contrario a ello, el desgastado Felipe Calderón, respondió con un incendiario discurso, donde dice estar abierto a dialogar con los líderes de la Marcha por la Paz y asegura que âtambién quiere un México en paz y sin violenciaâ, pero sobre la renuncia de García Luna no emitió mensaje alguno de manera personal, el respaldo a la labor del Secretario de Seguridad lo hizo a través de Alejandro Poiré, vocero de Seguridad, quien calificó al funcionario como: âalguien que ha impulsado, incansablemente, la formación de una policía civil, profesional, apegada a la ley, bien equipada y con las capacidades de inteligencia que garanticen la seguridad de la poblaciónâ.
Ante la contundencia del reclamo social, del hartazgo ciudadano, de la indignación por las más de 40 mil muertes en lo que va del sexenio, del enojo y la impotencia de la población, el Presidente de la República sólo respondió con otro rollo.
Pero no solamente Calderón fue el destinatario de los reclamos expresados por Javier Sicilia, el poeta también se refirió a los partidos políticos, sin excepción alguna, dijo que: âEn todos ellos hay vínculos con el crimen y sus mafias a lo largo y ancho de la nación. Sin una limpieza honorable de sus filas y un compromiso total con la ética política los ciudadanos tendremos que preguntarnos en las próximas elecciones ¿por qué cartel y por qué poder fáctico votaremos?â y sentenció: âSi no lo hacen y se empeñan en su ceguera, no sólo las instituciones quedarán vacías de sentido y dignidad, sino que las elecciones del 2012 serán las de la ignominia, una ignominia que hará más profundas las fosas en donde, como en Tamaulipas y en Durango, están enterrando la vida del paísâ.
A esto, los dirigentes nacionales de los partidos políticos mayoritarios, nuevamente respondieron con simple discurso. El Presidente del Partido Acción Nacional Gustavo Madero dijo: âEl PAN no tiene vínculos con ninguna organización criminal y si cualquier persona pudiera caer en alguna relación que pueda ser señalada, el PAN se deslindará y sancionará y permitirá su castigo en su momento, pero no tenemos conocimiento y no vamos a permitir que eso sucedaâ.
Humberto Moreira, cabecilla del Partido Revolucionario Institucional expresó que âes un esfuerzo que se hace con el área de seguridad para estar revisando el trabajo de cada uno de los gobiernos de acuerdo a su militancia. Yo coincido con eso, que se tenga que revisar, si hay problemas, se señalen y se castiguenâ.
Mientras que Jesús Zambrano, Presidente del Partido de la Revolución Democrática señaló que âno protegerá a ningún militante, representante popular, autoridad, dirigente o lo que sea que tenga nexos con el crimen organizadoâ.
Los líderes de los tres partidos políticos más importantes de nuestro país, dicen que revisarán y no solaparan ningún vínculo que pueda tener alguno de sus militantes con el crimen organizado, sin embargo no han especificado cómo realizarán esa revisión, cuáles serán los plazos y el método para llevarla a cabo, si los posibles implicados serán expulsados de las filas de su instituto político y denunciados ante la Procuraduría General de la República, ni siquiera han obligado a sus respectivos Presidentes Municipales, Legisladores, Funcionarios y Gobernadores a someterse al examen de confianza; igual que Felipe Calderón, los partidos políticos sólo respondieron con discurso, lamentable para una clase política que no está dispuesta a cambiar y se enreda en sus diferencia irreconciliables, dejando de lado cualquier posibilidad de progreso para México.
La lucha del escritor Javier Sicilia y de los cientos de miles de manifestantes que lo acompañaron es encomiable y debe ser reconocida por la sociedad, nos demuestra que sólo con la organización y movilización social es como podremos los mexicanos hacer algo por intentar cambiar la situación del país, que el poder político está muy alejado de los reclamos sociales y sólo viven en la lógica de la próxima elección presidencial, los partidos políticos no son capaces de enarbolar las causas de la sociedad y los gobiernos federal, estatales y municipales, son incapaces de garantizar un derecho básico de los ciudadanos como es la seguridad.
En su mensaje el domingo 8 de mayo, el poeta Sicilia dijo: âSi hemos caminado y hemos llegado así, en silencio, es porque nuestro dolor es tan grande y tan profundo, y el horror del que proviene tan inmenso, que ya no tienen palabras con qué decirse. Es también porque a través de ese silencio nos decimos y les decimos a quienes tienen la responsabilidad de la seguridad de este país, que no queremos un muerto más a causa de esta confusión creciente que sólo busca asfixiarnos, como asfixiaron el aliento y la vida de mi hijo Juan Francisco, de Luis Antonio, de Julio César, de Gabo, de María del Socorro, del comandante Jaime y de tantos miles de hombres, mujeres, niños y ancianos asesinados con un desprecio y una vileza que pertenecen a mundos que no son ni serán nunca los nuestros.
Estamos aquí para decirnos y decirles que este dolor del alma en los cuerpos no lo convertiremos en odio ni en más violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad y la balbuciente democracia que estamos perdiendo; para decirnos y decirles que aún creemos que es posible que la nación vuelva a renacer y a salir de sus ruinas, para mostrarles a los señores de la muerte que estamos de pie y que no cejaremos en defender la vida de todos los hijos y las hijas de este país, que aún creemos que es posible rescatar y reconstruir el tejido social de nuestros pueblos, barrios y ciudadesâ.
Y remató: âSi no hacemos esto solamente podremos heredar a nuestros muchachos, a nuestras muchachas y a nuestros niños una casa llena de desamparo, de temor, de indolencia, de cinismo, de brutalidad y engaño, donde reinan los señores de la muerte, de la ambición, del poder desmedido y de la complacencia y la complicidad con el crimenâ.
PUNTO FINAL.- Quien hoy gobierna, ya obtuvo la confianza ciudadana. Heredó un estado con desarrollo, distinto al de 2004, ahora con autopistas, más de 20 mil millones invertidos en obra pública, inversión extranjera de 3 mil millones de dólares, un Palacio de Convenciones para promover el turismo de convenciones, una nueva infraestructura para la atención de gobierno, más de 70 nuevas clínicas hospitalarias en todo el estado, un nuevo y equipado Hospital General, con el tercer lugar como entidad con menor inseguridad, según el Consejo Nacional de Seguridad, con instituciones sólidas, con gobernabilidad democrática. Ha faltado oficio político y trabajo. Se requiere visión de Estado y no observaciones parciales que confronten, que provoquen pleitos estériles y dividan a la sociedad. Zacatecas merece viabilidad futura, no aventuras coyunturales ni pleitos con los fantasmas del pasado. Hay que escuchar lo que quieren los ciudadanos, no las consejas de personeros interesados en una venganza absurda. Hay que convocar a la suma de esfuerzos, no al linchamiento mediático. En pocas palabras, hay que ponerse a trabajar, que Dios perdona, pero el tiempo no.