Por: Rosa María Quiñónez / Foto: / MIRADOR
Zacatecas, Zac.- Caminando por las calles del Centro Histórico de Zacatecas, nos encontramos unas manos mágicas que atraen las miradas de todos, porque con gran destreza, sobre un telar, transforman el hilo en bellas creaciones.
Esas manos pertenecen a José Salas Guzmán, artesano que adquirió sus conocimientos y habilidades para hacer los tradicionales sarapes, gracias a la enseñanza que le dejaron varias generaciones de su familia, por supuesto, proveniente de Villa García, municipio considerado la cuna de los sarapes zacatecanos.
Esta prenda, también conocida como gabán, jorongo, cobija, frazada, cotón, tilma o chamarro; forma parte de la indumentaria tradicional masculina mexicana, en la que los tejedores, plasman vivencias y motivos diversos a través de sus tejidos.
Apostado en los portales de la Casa Municipal de Cultura, José Salas nos presenta una muestra de sus trabajos, de los cuales por supuesto se siente orgulloso.
“Yo nací en una familia de artesanos y allá en mi tierra, Villa García, se usaba que en cada casita había un tallercito y ahí estaban los telares, yo crecí debajo de ellos y `de suerte me ponía muy vivo´ a ver qué hacían mis mayores, sobre todo mi padre, por eso yo aprendí a tejer muy chico”.
“Comencé como a los 7 años, tejíamos en bastidor y en estas cosas se empieza a tejer así. Yo hice mi propio bastidor chiquito y empecé a tejer en él, pero ya en plan de trabajar fue a los 12 años y pues ya vamos para 70 años, yo tengo 76 años y desde entonces estamos tejiendo”.
Los conocimientos y habilidades se transfieren de padres a hijos, y en el caso de José Salas Guzmán son ya tres generaciones de tejedores y él, por supuesto, ya enseñó a tejer a sus hijos.
Según el portal México Desconocido, el sarape, en el siglo pasado, fue prenda inseparable de peones, jinetes, charros, léperos y gente del pueblo, pero también de hacendados y caballeros, que lucían prendas más lujosas; desde entonces, son manufacturados en forma doméstica, con gran destreza y reconocidos por su colorido y diseño.
Más allá de las fronteras, en un concepto simplista, se ha considerado como un símbolo: el mexicano se representa solamente con un sarape y un sombrero.
El artesano recordó que durante los años 70´s, 80´s y 90´s la manufactura y venta de sarapes y tapetes tuvo un gran auge, sobre todo para su venta en la frontera.
“Tuve mucha suerte, en ese tiempo nos fue muy bien, saqué adelante a mi familia y curiosamente coincidió con la educación de mis hijos. En el periodo de Luis Echeverría estuvimos haciendo en una ocasión, los escudos de todos los estados, éramos un grupo y a mí me toco hacer un escudo era para la Cámara de Diputados”, recordó orgulloso.
José Salas, como muchos otros artesanos, lamentó que a pesar de que el sarape es una vestimenta muy útil y un símbolo de las tradiciones mexicanas, por la situación económica, el gusto por estas prendas se ha ido perdiendo “mis muchachos saben tejer, nada más que nadie nos quiere emplear, ya no es negocio atractivo para ellos, la venta cayó”.
Sin embargo, su espíritu emprendedor y deseos de lucha, salen a flote y asegura que “nosotros seguimos haciendo nuestros productos, nosotros estamos todavía tejiendo y lo seguiremos haciendo, porque no queremos que se pierda la tradición”.
Y es que dijo, “el sarape es para los hombres como el rebozo en las mujeres y sirve además para muchas cosas: como cobija, alfombra, almohada o adorno y es indispensable en las fiestas mexicanas”.
En la actualidad, en Villa García, como en muchos otros lugares de la república mexicana, el sarape sigue siendo confeccionado de manera artesanal, conservando elementos tradicionales en el proceso de hilado, teñido y tejido de la lana o del algodón, en los diseños y en los instrumentos de trabajo.
Auspiciado por la Subsecretaría de Desarrollo Artesanal (antes IDEAZ), el artesano estuvo durante varios días en la capital zacatecana, mostrando a los zacatecanos y sus visitantes, sus habilidades y sus excelentes trabajos.