*Necesario un cambio de mirada al ILE y ejercer derechos sexuales y reproductivos.
Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico.- La interrupción involuntaria de su embarazo provocó que fuera denunciada por el médico que la atendió. En solo horas pasó de una cama de hospital en la ciudad de Aguascalientes a una celda, donde le dijeron que estaba detenida por provocarse un aborto.
De inmediato se supo, las organizaciones sociales cuyos grupos se fortalecieron en todo el país a raíz de la marcha contra las violencias machistas del 24 de abril pasado (24A), se hicieron presentes.
El juez fijo una fianza de 100 mil pesos, se apeló considerando la condición social de la joven, entonces el juez la redujo a 15 mil pesos. Así recuperó su libertad y seguirá un proceso.
Este caso ocurrió apenas el pasado fin de semana. Es uno de tantos que suceden en el país, en donde se fincan responsabilidades a las mujeres por el delito de aborto pese a que ellas no lo provocaron y muchas veces, incluso, desconocían que estaban embarazadas al momento de abortar de forma involuntaria.
Amparados en la protección de la vida antes del nacimiento, en México, en 17 entidades donde se reconoce la vida antes del nacimiento y en el resto del país se impone a las mujeres penas como trabajo comunitario, cárcel, multa y/o tratamiento médico, 682 mujeres fueron denunciadas, 75 enfrentarán juicios penales y 29 fueron encarceladas, entre agosto de 2012 y diciembre de 2013, como señala el informe Niñas y Mujeres sin Justicia, Derechos Reproductivos en México elaborado por el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).
Sandra Peniche Quintal, Directora de Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva, con sede en Mérida, Yucatán, y la activista Carolina Ramírez, quien vive en Xalapa, Veracruz, entrevistadas por separado, sostienen que la penalización de la interrupción legal del aborto tiene una relación directa con el control del cuerpo de las mujeres.
Peniche Quintal explica que la carga religiosa, moral y política sobre el aborto mantiene sujetas a las mujeres porque en la medida en que estén embarazadas o estén criando son más vulnerables.
Ramírez firmaetros casos, sin embargo, iraientjer plantea que aunque nacemos con nuestro cuerpo, en realidad no nos pertenece. El cuerpo es una especie de tabú, estás en él, vives en él pero no es tuyo. Nos está permitido para la reproducción por lo que es un contrasentido el aborto para quienes determinan social, política y económicamente nuestras vidas.
La médica Peniche Quintal sostiene que hoy las más jóvenes tienen menos problemas para abortar, en la medida que ya no es tan fuerte la influencia de la iglesia católica, lo que no descarta los otros casos, sin embargo, afirma ahora les queda más claro cuando no desean un embarazo y no quieren que este continúe, porque conciben su derecho a decidir.
Esto, apunta, es lo que veo en mi práctica médica todos los días, explica Peniche Quintal. Incluso, revela que eso le ha permitido atender a mujeres que militan con grupos antiabortistas, como Provida, que igual determinan por su condición no continuar un embarazo.
De acuerdo con la entrevistada es necesario desmitificar todo lo que sucede alrededor de un aborto, “hay quienes después de terminar un embarazo de cinco semanas, piden el cadáver de su hijo, porque nos han dicho que ahí dentro hay un bebé desde el primer momento, pero eso no es así”.
En ese mismo sentido, Carolina Ramírez refiere que efectivamente lo que hay alrededor de la interrupción de un embarazo es una serie de tabúes, mitos y creencias religiosas que distorsionan la realidad.
Ello provoca ideas de rechazo y al mismo tiempo aceptación entre las personas. “Por ejemplo hay quienes dicen que no están de acuerdo con el aborto pero que conocen a personas cercanas que han abortado, entonces les pregunto si esas personas deberían estar en la cárcel, la respuesta inmediata es no”.
Otro de los tabúes que siguen pesando sobre las mujeres que quieren abortar es el temor a morir y dejar a los hijos en la orfandad, porque en nuestras mentes está fija la idea del grito, del dolor…se necesita informar, explicar que hay procedimientos como la aspiración manual endouterina (AMEU), misoprostol, mifepristone y misopristol, métodos seguros.
El aborto no es algo terrorífico, dice Carolina Ramírez.
Cambio de mirada
Ambas entrevistadas coinciden en la necesidad de ver el aborto más que como un problema penal, como un problema de salud pública que debe ser resuelto. Gire asegura que desde 13 de agosto de 2014, la entonces diputada federal Martha Lucía Micher y otros legisladores, plantearon reformas a diversas disposiciones a la Ley General de Salud, en materia de salud reproductiva.
Como lo plantea la iniciativa, ambas feministas sostienen que lo que falta en México es educación en salud reproductiva, acceso real y efectivo a métodos de anticoncepción, favorecer y promover la vasectomía, servicios de reproducción humana asistida, que permitan a las mujeres tomar decisiones libres.
Peniche va más allá, ella propone una ley federal sobre la eyaculación espermática responsable y que los poderes, incluyendo la iglesia, dejen de tener el control sobre los cuerpos de las mujeres.
Sin embargo, dice Peniche Quintal, a las mujeres nadie les informa nada, pese a que su vida corre peligro como sucede con aquellas que tienen preeclampsia al momento del parto o han tenido dos cesáreas y otras complicaciones, nadie les explica que no pueden volver a embarazarse.
Una solución también es que los hombres acepten la vasectomía, que se promueva en las instituciones de salud, pero no se hace, “para los hombres el privilegio es embarazar a las mujeres, es dejar la marca con aquellas personas con las que se relacionan”.
Y, por otro lado, existe un constante y permanente desaliento del sistema de salud para que las mujeres dejen de usar anticonceptivos, les dicen que deben dejar de usarlos para “desintoxicarse” de las hormonas…te puedes meter heroína o cocaína pero no hormonas.
Carolina Ramírez quien se define como una activista pro derechos humanos de las mujeres, expone otro filón, se refiere a los obstáculos para permitir el aborto en caso de violación sexual y asegura que la violencia sexual en contra de niñas y adolescente se ha recrudecido en el país o acaso debido a las nuevas tecnologías de la información son hoy más visibles, lo que no deja en libertad de actuación a los protagonistas cercanos, como las maestras, que muchas veces son amenazadas.
Recién atendieron en Xalapa, Veracruz, uno de varios casos de embarazo en una niña de 10 años. La reacción inmediata de la gente es cuestionar el embarazo y no rescatar los derechos humanos de la niña.
Es decir, además de lo que seguramente fue una agresión sexual, las niñas deben ser sometidas a la calificación social, la aprobación de la interrupción legal del embarazo, afirma la también representante de Áureas A.C.
Son situaciones abominables en donde lo que vemos es cómo se adelgazan los derechos de las niñas que ven interrumpidos todos sus otros derechos, además de que obligar a las niñas a que continúen un embarazo, está considerado como tortura de acuerdo con la NOM 046 y otras convenciones.
En suma, tanto Peniche como Ramírez plantean que quien no tenga útero que no opine. El cuerpo de las mujeres tiene que ser devuelto a las mujeres, dice Carolina Ramírez, quien sostiene que la iglesia católica debe inmiscuirse en los asuntos que le competen, como la pederastia sacerdotal y la pornografía infantil, recientemente descubierta desde la catedral de Xalapa.
Con información de www.semmexico.org