Este día el mundo católico celebra el Miércoles de Ceniza. “Recuerda que polvo eres y en polvo te vas a convertir” es la frase que escuchamos al acudir al rito de la ceniza en los diferentes templos. El texto, aunque breve, nos recuerda que lo que un día fue grande hoy puede que sea nada, ya que todo lo material termina. En cambio, todo lo bueno que tengamos en el alma, vivirá.
Este día también inicia la Cuaresma, los 40 días de preparación para la celebración de la Pascua durante la Semana Santa.
Testimonios de la historia refieren que el pueblo judío solía cubrirse de ceniza cuando hacían un sacrificio o realizaban alguna penitencia, y la figura fue adoptada por la Iglesia Católica para el tiempo del arrepentimiento. La ceniza se obtiene luego de quemar las ramas de olivo utilizadas durante el Domingo de Ramos anterior.
Este día se reconoce la fragilidad del mundo material y se exponen los pecados ante Dios. Él habrá de personarlos como Padre amoroso si existe un verdadero arrepentimiento y el propósito de un cambio de vida.
Como una forma de mortificación corporal se pide la abstinencia de carne a lo largo de los viernes de Cuaresma, y el ayuno, sin que esto obligue a los niños ni a los adultos mayores.
Reflexión del Papa Francisco, horas antes de su llegada a México, nos dicen que según cuenta la leyenda, a gritos de “Sálvanos, sálvanos del imperio romano”, fue recibido, en Jerusalén, Jesús de Nazaret. Montado en un burro mientras el pueblo ondeaba ramos de olivo. Con el Domingo de Ramos llega el fin de 40 días de Cuaresma. Y el inicio de la Semana Santa. Las palmas son el signo de participación al rito procesional, un talismán, un objeto bendito.
Entramos en los 40 días de celebración: La Cuaresma del Jubileo de la Misericordia. El Papa Francisco manda a los católicos a vivirla haciendo propias las palabras de Jesús: “Misericordia quiero y no sacrificio”. Para los fieles, la Cuaresma es época de confesar sus pecados graves. La Iglesia también les invita a realizar buenas obras, a ser solidarios con aquellos que más sufren y a renunciar a aquello superfluo. Asimismo, el Papa plantea a los fieles “¿por qué no dejar a los que no tienen nada un 10 o un 50%?”.