Cimacnoticias | México, DF.- Eli es una mujer de 29 años que se dedica al trabajo en el hogar en la Ciudad de México. En este momento ella vive un drama terrible: su ex pareja le robó a su hijo de siete años. Está desconsolada. Tal parece que el hombre con el que procreó a su hijo le ha “arrebatado el alma”, como ella misma relata a esta agencia.
Luego de cinco años de golpes, humillaciones, engaños y una vida precaria, Eli decidió dejar al hombre con el que procreó a su hijo, pues a pesar de las demandas por violencia física, las autoridades de Tlaxcala, donde vivían, nunca hicieron nada.
De hecho, al cuarto año de su unión con él, tuvo un aborto provocado por una golpiza. Su suegra la persuadía que no denunciara, mientras que el Ministerio Público (MP) de Tlaxcala se negó a levantar la denuncia, pues con desparpajo –relata Eli–, me dijo: “Te repondrás pronto mujer, y en un año podrás tener otro hijo, no te preocupes”.
Después de dos años de vivir en casa de sus papás en el Estado de México, y dar por hecho que si no le pasaba pensión, no tendría derecho a ver a su hijo, hace tres semanas llegó el papá intentando reconciliarse con ella. Eli no aceptó, no obstante, con engaños le pidió sólo llevar al niño a comprarle regalos. “El niño se emocionó y no tuve más remedio que dejarlo ir”.
Han pasado tres semanas y Eli no sabe nada de su hijo. Teme que se lo lleve de “mojado” (sin documentos migratorios) a Estados Unidos.
“Casi enloquezco de saber que mi hijo está con él, que es violento, irresponsable y cruel, además, mi hijo necesita alimentación especial por un problema de salud que tiene desde que nació, y no sé si él se la esté dando”, comenta Eli, quien relata que al ver que no regresaba el sábado que se llevó a su hijo, fue a buscarlo a Tlaxcala a casa de sus abuelos paternos, donde su ex suegra negó rotundamente que estuvieran ahí el niño y su papá.
“No me quisieron decir dónde están, además me amenazaron de que si denunciaba no se iban a quedar cruzados de brazos”.
El semblante de Eli, que todos los días realiza trabajo doméstico en diferentes casas de la Ciudad de México, refleja un cansancio crónico y una angustia visible por no tener a su hijo con ella.
En su relato con quien esto escribe sobre cómo ha sido engañada por autoridades de justicia tanto en Tlaxcala como del Edomex, no deja de decir una y otra vez que la justicia no existe: “En los años que estuve con él lo iba a demandar cada que me pegaba y lo que me decían las autoridades es que eran ‘problemas de casados’, que luego nos ‘encontentaríamos’ y que no era necesario demandarlo”.
Eli, a pesar de estar limitada económicamente, contrató a un abogado particular para que le llevara su caso. En las tres diligencias que realizó la primera semana ante el MP, el licenciado sólo la asesoraba por teléfono.
“No sé si realmente haya visto mi caso, pues me pidió ocho mil pesos, que junté, pero me dio mucha desconfianza que ni siquiera me haya citado para conocer mi caso bien”.
De acuerdo con su experiencia con abogados de oficio, Eli no confía nada en ellos: “…Sólo hacen los trámites sin siquiera escuchar ni conocer con exactitud la situación que uno les cuenta… se limitan a hacer oficios, trámites y nunca te aconsejan ni te dan pistas de cómo va tu caso”.
Al preguntarle por qué tenía esa percepción, responde de manera contundente: “Yo creo que es porque sienten que una no vale, que sólo nos quejamos, y que si nos pegan o maltratan es porque así son las cosas entre casados”.
Eli, a pesar de ser una mujer con poca escolaridad, ha intentado informarse sobre sus derechos. Ella sabe que su ex pareja, con la que nunca se quiso casar ni por el civil ni por la Iglesia, ha hecho algo ilegal, a pesar de que el MP del Edomex le dijera con osadía: “No se preocupe, piensa que tu hijo está como de vacaciones, pronto te lo regresará”.
A pesar de que ella aportó datos de denuncias previas y demostró la violencia ejercida por el papá de su hijo contra ella, el impartidor de justicia le dijo que en todo caso “yo tendría que buscarlo y localizarlo para que ellos fueran por él”, pero que eso no garantizaba nada, “pues era su papá finalmente y tenía derecho a tener también a su hijo”.
En los últimos dos años, después de escaparse de la casa donde vivían con su ex pareja, Eli y su hijo vivieron felices con los papás de ella en el Edomex. El niño iba a la escuela y ella le procuraba una alimentación sana de acuerdo con las indicaciones médicas por la enfermedad que padece el menor de edad.
Durante este tiempo, a pesar de tener la obligación de pasarle una pensión que ordenó un juez al papá de su hijo, Eli nunca recibió centavo alguno, ya que desde que ella se fue “por no darme pensión, él se ha cambiado de trabajo constantemente entre el DF, Tlaxcala y el Estado de México”.
Ella consideró tener derecho total sobre la custodia de su hijo: “…Yo no le pido nada ya. Con lo que gano haciendo trabajo en casas yo puedo darle a mi hijo lo necesario para que esté sano y sea feliz, sólo quiero que nos deje vivir en paz”.
Ante la insensibilidad de las autoridades para emprender la búsqueda de su hijo, y sentir que su abogado no estaba procediendo de manera correcta, Eli se movilizó y gestionó todo el proceso con dificultades en la segunda semana, pero avanzó.
AFORTUNADO AZAR DEL DESTINO
Por algún azar del destino, en la complejidad del llenado de formularios y buscar información en sus papeles, una joven que estaba sentada a su lado le comenzó a ayudar, primero deteniéndole las fojas que se le resbalaban a Eli, pero al percatarse de su asunto, le fue orientando y cuestionando si ya había procedido antes en otras cosas importantes.
“Me comenzó a decir que era una gran injusticia lo que estaban haciendo conmigo las autoridades y que yo tenía derechos, que la justicia tenía que protegerme a mí y a mi hijito”.
La joven era abogada y al ver la indefensión de Eli y el abuso tanto de autoridades como de su abogado, se ofreció a ayudarla para recuperar por la vía legal a su hijo. A Eli le cambió el semblante. Su ánimo lo recuperó.
La abogada, que es muy joven, la ha asesorado la última semana sin pedirle dinero y la acompañará a Tlaxcala a interponer la denuncia. Irán con todos los documentos que Eli ha recuperado de las demandas contra su ex pareja, y, de acuerdo con lo que le ha explicado la licenciada, las autoridades judiciales de Tlaxcala tienen la obligación de proteger los derechos de ella y de su hijo.
Sin duda, éste es un caso de violencia machista, en el que una mujer es vulnerada, no solamente por el hombre con el que compartió su vida, sino por la familia de él que lo ha encubierto, pero también por las mismas autoridades que tienen la obligación de garantizar derechos e impartir justicia, que lejos están de entender las circunstancias de una mujer que vive bajo el yugo de la violencia machista.
Su ánimo por recuperar a su hijo le da fortaleza a Eli; más ahora con el apoyo de una mujer profesionista que la está asesorando y la lleva de la mano para exigir sus derechos y justicia.
Eli informa a esta agencia que a pesar de que la licenciada no le aceptó un pago, canalizará el dinero que estaba consiguiendo para el otro abogado y remunerará a la joven litigante en la medida de su posibilidad.
Eli desea fervientemente recuperar a su hijo, quien ya perdió el año escolar, pues en la escuela pública donde estudiaba, en el Edomex, le dijeron que si no regresaba en una semana el niño perdería su inscripción.
“Las razones que les expliqué no las quisieron escuchar, les importó más quitarle la beca de 100 pesos a mi hijo, que la situación en la que nos encontramos mi hijo y yo”, concluyó.
Twitter: @antoniomedina41
*Profesor de periodismo en la carrera de Comunicación y Cultura en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).