Gabriel Contreras Velázquez
Frente a una cascada de cambios que ayudan a despresurizar la primera estructura del Gobierno Federal, y una nueva lógica política (no sólo un relevo) al interior del Partido Revolucionario Institucional, la relevancia del quinto informe de labores de Miguel Alonso habrá que leerla en el entramado político que se entreteja durante el evento mediático.
Políticamente ya no es su informe, el gobernador debería de contemplar ese escenario, y en su análisis (si es que hace tal) valorar las decisiones desde esa configuración. Y es que hay seis nombres que le impiden ser el dueño único de (para él) tan importante episodio: Alejandro Tello, Carlos Peña, Pedro de León, Adolfo Bonilla, Arturo Nahle, y Carlos Puente.
A partir de esa otra lectura del momento político por el que atraviesa el mandatario, los mensajes, las claves, las tendencias y los ánimos habrán de medirse en los símbolos que muestre la clase política, no en el lenguaje de un monólogo (casi soliloquio) que desde hace tiempo no previene novedades, y mucho menos invita a la reflexión.
¿Qué funcionarios federales serán invitados? ¿Quiénes serán los que envíen desde Los Pinos? ¿Acudirá a la cita Manlio Fabio Beltrones en esta nueva fase de líder nacional del priísmo (uno poco parecido a la emulación de “priísmo” de Miguel Alonso)? ¿Qué tendrá que decir al respecto del “proyecto político” del Ejecutivo estatal?
¿Cabrá prudencia en el mandatario local y evitará contaminar el evento político con los tiempos electorales, como tanto ha insistido él mismo a “los adelantados” en sus declaraciones las últimas semanas? ¿Hasta dónde? Claro, si es que está valorando su informe como un momento más de definiciones, y no como un escaparate personal.
Ello obligaría a preguntar entonces –imaginando que el gobernador se haya tomado el tiempo necesario para mirar las cosas un poquito más políticamente- ¿van a cuidar al senador Alejandro Tello, como lo han hecho después de su atropellado destape, ocultándolo en la medida de lo posible de los medios, y con ello dando privilegio a la campaña vía redes sociales? ¿Qué tanto le permitirán decir, callar, acercarse, alejarse? Si aparece en las fotos ¿con quién y por qué? ¿Hasta dónde?
¿Qué trato “oficial” tendrán funcionarios federales como Arturo Nahle y Pedro de León? Ambos afectados por la transformación del más alto gabinete, en la primera mitad del sexenio de Peña Nieto.
Sólo uno de ellos, Pedro de León, ha colocado en los medios (con evidente premura) que no está del todo perdido. En un boletín de prensa aseguró, entre líneas, que sigue de pie en la lucha por la gubernatura, poniendo a Rosario Robles casi como mecenas de su muy soñado anhelo de dirigir al
estado. Por cierto ¿qué opinará “Chayo” (carta fuerte del PRI para competir contra Ricardo Monreal por la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal) de la desesperación con que Pedro ha manejado su campaña local?
Pasando a Arturo Nahle, los opinólogos que lo dan por perdido ante el reciente reordenamiento de la Presidencia de la República, no han valorado los activos que acumuló después del equivocado destape de Tello por parte de Otilio Rivera (quien asumió los negativos que podrían haber llegado hasta el despacho del gobernador).
Nahle tiene vigencia tanto al interior del PRI como en los partidos de oposición, si alguno de los variados grupos contrarios a los intereses de Miguel Alonso decidiera apadrinarlo para mantenerse en la línea de ataque y desgaste que le ha generado al preferido del gobernador.
Su campaña de desprestigio y provocación incluso ha llevado a los “estrategas” del senador Tello a pensar su campaña desde los estímulos que les imprime el ex procurador: un político no tradicional contra un político viciado, un ciudadano sin experiencia contra uno experimentado, uno que si tiene y otro que no tiene, etc. La agenda mediática de Tello, no hay duda, la ha dictado el ex secretario de Gobierno de Zacatecas, y muy probablemente Nahle, de ello, sí está consciente.
Carlos Puente privilegiará un perfil bajo y sutil. Así lo decidió mandando su informe al espacio virtual. Con ello evita (con sus consecuencias) el espectáculo que esperaba la clase política local: medir fuerzas con el gobernador.
Carlos Peña y Adolfo Bonilla no tienen muchas opciones. Son parte del gobierno en turno y están obligados a defender la agenda del gobernador. El secretario de Economía ya ha dejado ver la confusión con que se maneja el gabinete para el que trabaja. Sin embargo, en términos de aspiraciones ha sabido mantener silencio.
Para el presidente municipal defender e idolatrar a Miguel es cosa diaria, y en muchas encomiendas sigue siendo el particular del gobernador. Y aunque alguna columna en un diario nacional le haya inventado una candidatura (información que logró dividir los ánimos del grupo cercano del gobernador) su disciplina es característica.