SeMéxico.- Lucinda y Patricia tienen en común tres cosas: Se enamoraron a los 14 años, tuvieron un hijo a los 15 años y no terminaron la secundaria.
Sus historias, aunque parecen iguales, difieren en el tiempo y las circunstancias, pero revelan el fracaso de las políticas públicas sobre la prevención del embarazo adolecente.
Lucinda. Es estudiante de secundaria. Tiene el cabello largo, negro, que invariablemente ata en una trenza. Vive en una unidad habitacional sobre la avenida Calzada de Tlalpan, es hija de padres asalariados, sin estudios universitarios.
Dice que es madre soltera “porque me enamoré a la bruto” de un joven de 21 años que rondaba por la unidad.
Son las 6 de la mañana y Lucinda está levantada. Pone a calentar los biberones, arregla la ropa de su hija Sofía, levanta el cuarto; y aprovecha para bañarse y ponerse el uniforme.
A las 6.45 sale de casa a la escuela. En el camino cuenta que no se imaginaba lo difícil que es ser madre soltera “sólo tengo 15 años, creo que eso lo hace más difícil”.
Se enamoró “a primera vista”, dice riéndose, y “me río por tonta, la verdad”.
Hizo el amor a escondidas, en un coche, en un baño público, en casa de un amigo del novio y hasta en su recámara. Nunca usó condón, hasta que llegó la realidad. El amor le duró tres meses.
“Yo la verdad es que no conocía nada de condones. En mi casa nadie hablaba de eso, y en la escuela no recuerdo que lo haya aprendido, y él tampoco nunca los usaba”.
La noticia del embarazo le llegó tras varios días de vómito, un malestar continuo y la visita a la clínica del Seguro Social: “Su hija está embarazada”.
“Ahí cambió todo, ni siquiera pensaba en tener hijos”, señala.
En su bolsa trae dos tarjetas, una del metro, y una bancaria donde le deposita el “gobierno” desde enero 850 pesos de la beca “por se madre adolescente”.
“Mi tía me puso como condición terminar mis estudios para ayudarme y nada de distracciones, ni amores, ni novios”, señala y está convencida de que al menos lo va a intentar. No tiene más remedio, hoy vive con su tía porque sus padres no la apoyaron.
Patricia, tiene 40 años y tuvo a su hijo hace 25 años.
“Ni condones, ni educación sexual, nada. Nunca me imaginé que iba a salir embarazada; era de las que pensaba que los hijos venían de Paris”, señala riéndose de sus palabras.
“Sólo recuerdo que la familia enloqueció con la noticia; unos decían que había echado a perder mi vida, otros recomendaban que debía abortar, otros me dijeron que debía casarme porque no podía tener a mi hijo fuera del matrimonio; otros me dijeron que el novio saldría corriendo; incluso fui a hablar con el sacerdote de la parroquia, aquí en el DF, acompañada de mi madre, y el cura recomendó “casar a los muchachos cuanto antes”.
“Recuerdo que en ese momento lloraba mucho, pues un hijo sí te cambia la vida, sobre todo porque no se me había ocurrido tener hijos y menos a los 15 años”.
Patricia dejó la escuela, se casó con Antonio, también de 15 años, y decidieron rentar un cuarto donde vivir. Antonio trabaja desde entonces en el taller de imprenta que tenía su padre. Hace 25 años están casados. Ninguno terminó de estudiar y para ayudar con los gastos de la casa Patricia ha vendido colchas, batas, zapatos, maquillajes, tupperware, de todo.
“Si algo me hubieran enseñado”, dice, mientras guarda silencio y piensa lo que va a decir, “con menos pudor, menos rollos religiosos y con más principio de realidad, de verdad que no me hubiera embarazado tan joven”.
“Me hubiera gustado ser doctora, tener una profesión y enseñarles muchas más cosas a mis hijos de las que sé”.
“El embarazo adolescente es un grave problema que afecta el proyecto de vida de miles de jóvenes; reduce el acceso a la educación, impacta negativamente la salud, incluida la salud sexual y reproductiva y limita el ejercicio de los derechos humanos de las y los adolescentes”, reconoció en marzo pasado en la Conferencia Mundial Beijing+20 Lorena Cruz, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
Reveló que en el 2015, el Gobierno de México lanzó la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, tras reconocer que el embarazo en menores de 18 años se ha convertido en un problema de salud pública.
Días antes, el 16 de febrero en Hidalgo, la titular del Inmujeres reveló un dato más alarmante, al asegurar que en México el embarazo adolescente se registra en niñas de 10 a 18 años; y en 9 de cada 10 embarazos el padre es un adulto.
“No podemos seguir permitiendo que al año tengamos embarazos entre 430 mil y 450 mil jovencitas entre 18 y 10 años, no podemos seguir permitiendo que de cada 10 embarazos de jóvenes adolescentes, solamente uno, el papá es un adolescente, 9 son adultos”, señaló.
Además, de acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública cada año crece el número de madres adolescentes que dejan sus estudios.
Indicó que el número de mujeres de entre 12 y 18 años sin educación básica concluida pasó de 135 mil 287 en el año 2000; a 284 mil 519 en el 2010.
Es decir, cada día se registraron 40 embarazos de niñas en el país que no han terminado la secundaria.
En el 2009, el Gobierno federal había puesto en marcha el Programa de Becas de Apoyo a la Educación Básica de Madres Jóvenes y Jóvenes Embarazadas (Promajoven), cuyo objetivo era lograr que concluyan la secundaria las jóvenes que tuvieron que abandonar sus estudios por estar embarazadas.
El crecimiento del programa ha sido exponencial.
El Promajoven pasó de 48 millones 498 mil pesos en el 2009, a 124 millones 800 mil pesos para el 2014; un crecimiento del 61 por ciento.
El número de becas aumentó 1 mil 572 por ciento, pues pasó de entregar 1 mil 087 becas a niñas menores de 19 años que son madres o están embarazadas, para que puedan seguir estudiando, a 17 mil 094 becas.
Rosalinda Morales, directora de Educación Indígena, encargada del Promajoven defiende este crecimiento asegura que el programa no premia el embarazo adolescente.
“Hay un malentendido toda vez que se cree que con Promajoven se premia el embarazo, lo cual es erróneo, toda vez que su principal objetivo es incidir en disminuir la tasa de deserción. Este programa buscar retener a las chicas en los sistemas escolarizados”, señaló.
Dijo que la Secretaría de Educación Pública (SEP) tiene una agenda sectorial por el desarrollo integral en sexualidad con énfasis en la prevención del embarazo, y en ese sentido Promajoven contribuye en la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, que recientemente el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, presentó.
Claudia Alonso, directora general adjunta de Igualdad de Género de la SEP, aseguró que el Pormajoven es una acción afirmativa, frente a una realidad, el aumento del embarazo adolescente en el país.
“Consideramos que es positivo que tengamos más presupuesto para poder atender una realidad que tenemos, que sí es el aumento de embarazo adolescente en este país, y que precisamente para ello se diseña la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente”.
“La Secretaría además se suma, no solo con este número o aumento de becas, sino también con una estrategia, con una agenda integral de educación en sexualidad que fortalecerá la prevención de esta temática y de otros múltiples factores que están alrededor de una educación en derechos sexuales, derechos reproductivos y educación integral en sexualidad”.
Hace 25 años Patricia fue madre adolescente. Nunca conoció una agenda integral de educación en sexualidad, ni el uso del condón, ni se planteó un proyecto de vida, sólo conoció a los 14 años al que llama el “hombre de su vida”.
Lucinda se embarazó hace dos años, tampoco aprendió sobre sus derechos sexuales o reproductivos, así como las implicaciones de un embarazo temprano y las dificultades que entraña, sólo se enamoró del que consideraba era “el hombre de su vida”.