Fotos: Guillermo Moreno Valtierra / Archivo periodicomirador.com
Por Guadalupe Cruz Jaimes
México, DF, (CIMAC).- El Día de las Madres es una fecha dolorosa para las mujeres que han tenido que enterrar a sus hijas o hijos; ese sufrimiento se agudiza cuando las circunstancias en las que murieron están ligadas a la injusticia, sostiene la organización Tech Palewi, especializada en tratar este duelo, como el que atraviesa Antonia, madre de Nadia, joven asesinada en el Estado de México.
Antonia, mamá de tres hijas y un hijo, conmemorará este 10 de mayo llevándole flores a Nadia. âPara mí este día es bien doloroso, me siento lastimada por parte de las autoridades, quienes en vez de velar porque se le hiciera justicia a mi hija, pusieron trabasâ, que derivaron en la impunidad del homicidio de la mexiquense.
En esta época el dolor para las madres en duelo se profundiza, debido a que esta fecha, destinada âcomercial y socialmente para festejarâ, les recuerda que âno tienen que celebrarâ.
La situación empeora cuando sus hijas o hijos fallecieron víctimas de la violencia, ya que âlos agravantes le agregan más dolor al dolor, pero el camino para la recuperación, en todos casos, va a ser largo, difícil y sombríoâ, advierte Tech Palewi en un comunicado de prensa.
Pese al adverso panorama, Antonia asegura que como madre su prioridad es que âse le haga justicia a Nadiaâ, ya que âmi hija ha sido tratada como ciudadana de última categoría, no ha encontrado justicia en ningún ladoâ.
El asesinato de la joven ocurrió en el municipio mexiquense de Villa Nicolás Romero hace siete años. La madre de Nadia señala: âHe tocado todas las puertas para que los homicidas de mi hija (Bernardo e Isidro López Gutiérrez) paguen por el crimenâ, pero después de múltiples deficiencias en la investigación ambos están libres.
Como parte de su incesante búsqueda de justicia, Antonia presentó el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), apoyada por organizaciones civiles, en 2010.
Luego de más de un lustro en audiencias y tribunales mexiquenses, Antonia tiene entre sus objetivos âsacar adelante a mis hijas y a mi hijo, que estén contentos y que podamos vivir lo mejor que se puedaâ.
Para ella, la maternidad ha sido una experiencia âgozosaâ, aunque âen un principio no estaba muy consciente de la responsabilidadâ, pues tuve su primera hija a los 18 años de edad. âA los 22 años, ya tenía a mis tres hijasâ, relata.
âYo no decidí ser mamá, era joven con pocos estudios, venía de un pueblo con âlos ojos cerradosâ, conocí a mi esposo, me casé y luego llegaron mis hijasâ.
Casi una década después, convencida por su esposo, se volvió a embarazar con la intención de âtener un niñoâ, y lo logró. Esta vez âfue un niño planeado y lo esperábamos con más madurezâ.
Antonia comenzó a trabajar desde muy joven, bordando vestidos de novia, una labor que realiza en su casa para poder atender las necesidades de su familia.
âMe levantaba a las 5 de la mañana para hacer el aseo, a las 7 los mandaba a la escuela, y me dedicaba a bordar hasta el medio día, a esa hora cocinaba, comíamos. Y en la tarde, mientras hacían su tarea, bordaba un poco másâ, señala.
Ahora, la rutina de Antonia ha variado, pues su familia creció con la adopción de sus nietos (los tres hijos de Nadia), pues con ellos âaumentaron las tareas, pero también el apoyo de sus otras hijas para compartir las responsabilidadesâ.
Además de que incrementó el trabajo en la familia de Antonia, con la crianza de sus nietos también aumentaron sus alegrías: âPara mí verlos crecer es una bendición porque cada uno tiene algo de su madreâ.